La noche de luces en Quito representó más que un show
- Mishell Carolina Silva Vásquez
- 1 dic 2016
- 1 Min. de lectura
El tradicional centro histórico de Quito nocturno, se arrulla con una incesante congestión de autos, las personas caminan con un destino predeterminado, el frío los acompaña y los celulares no dejan de emitir con su flash la evidencia de los “selfies” de los expectadores.
Calle Chile e Imbabura, las personas se encuentran estáticas a la expectativa de presenciar la inauguración en la Iglesia de la Merced; las primeras fusiones de audio y video que se han promocionado desde hace semanas en todo Quito, dislumbraron los ojos de Evelyn*, una niña de cabello castaño lacio, ojos cafés.
Su vestimenta proyecta que sus cuidadoras, se han esmerado en protegerla del frío. Ella actualmente vive en el orfanato San Vicente de Paúl.
Ella junto a sus amigas no se detienen en comparar este evento con otros eventos internacionales, pero al pasar pocos minutos su agrado es innegable por su frase: "Oye que chévere".
Las horas pasan y el evento empieza a sorprender a todos los espectadores quienes recuerdan este
evento en sus cámaras y celulares.
Aunque la noche sea fría no resta belleza a la majestuosidad de la belleza del casco colonial con la fascinante fusión de música y luces que engalanó la noche de los quiteños.
Patricio Llerena, trabajó de forma continua durante ocho horas para instalar los equipos de audio y video utilizados para el gran estreno de la fiesta de las luces en el Centro Cultural Metropolitano. En sus manos tiene un energizante, según él es necesario para que pueda terminar su trabajo dentro de las próximas horas que se extenderán hasta la una de la madrugada.
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