Juan sin miedo
- Jerson Moposita
- 11 ene 2017
- 4 Min. de lectura
Esta es la historia de Juan sin miedo, un hombre cuyo miedo debía ser probado, ya que nació sin temor alguno.

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Narrador: Érase
Narrador: Una vez un hombre que tenía dos hijos totalmente distintos. Pedro, el mayor, era un chico listo y responsable, pero muy miedoso. En cambio su hermano pequeño, Juan, jamás tenía miedo a nada, así que en la comarca todos le llamaba Juan sin miedo.
Juan: Las tormentas no me asustan y menos, las historias de miedo que te hacen temblar.
Pedro: El sonido de los truenos me ensordecen y hacen temblar
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Narrador: Un día le dijo a su familia que se iba una temporada para ver si conseguía descubrir lo que era el miedo. Sus padres intentaron impedírselo, pero fue imposible. Juan era muy cabezota y estaba decidido a lanzarse a la aventura.
Juan: Padres, agradezco su crianza pero quiero saber que es el miedo, o no podre seguir viviendo
Madre: Hijo no sabes a los temores que puedes estar expuesto, pero conociendo , solo puedo pedirte que tengas cuidado
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Narrador: Entonces un día el Rey de la ciudad de paso en la que se encontraba Juan anunció.
Rey: Al valiente caballero que sea capaz de pasar tres días y tres noches en el castillo encantado, se le concederá la mano de mi hija, la princesa Esmeralda.
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Narrador:Juan sin miedo pensó que era una oportunidad ideal para él. Sin pensárselo dos veces, se fue al palacio real y pidió ser recibido por el mismísimo rey en persona. Cuando estuvo frente a él, le dijo:
Juan: Señor, si a usted le parece bien, yo estoy decidido a pasar tres días en ese castillo. No le tengo miedo a nada.
Rey: Sin duda eres valiente, jovenzuelo. Pero te advierto que muchos lo han intentado y hasta ahora, ninguno lo ha conseguido
Juan: Yo pasaré la prueba sin lugar a dudas
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Narrador:Juan sin miedo, escoltado por los soldados del rey, se dirigió al tenebroso castillo que estaba en lo alto de una montaña escarpada. Hacía años que nadie lo habitaba y su aspecto era realmente lúgubre.
Cuando entró, todo estaba sucio y oscuro. Pasó a una de las habitaciones y con unos tablones que había por allí, encendió una hoguera para calentarse. Enseguida, se quedó dormido.
Al cabo de un rato, le despertó el sonido de unas cadenas ¡En el castillo había un fantasma!
Fantasma:¡Buhhhh, Buhhhh!
Juan: ¿Cómo te atreves a despertarme?- gritó Juan enfrentándose a él. Cogió unas tijeras y comenzó a rasgar la sábana del espectro, que huyó por el interior de la chimenea hasta desaparecer en la oscuridad de la noche.
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Narrador: Al día siguiente, el rey se pasó por el castillo para comprobar que Juan sin miedo estaba bien. Para su sorpresa, había superado la primera noche encerrado y estaba decidido a quedarse y afrontar el segundo día.
De repente, un extraño silbido como de lechuza le despertó. Abrió los ojos y vio una bruja vieja y fea que daba vueltas y vueltas a toda velocidad subida a una escoba. Lejos de acobardarse, Juan sin miedo se enfrentó a ella.
Juan: Qué pretendes, bruja? ¿Acaso quieres echarme de aquí? ¡Pues no lo conseguirás!
Narrador: Juan dio un salto, agarró el palo de la escoba y empezó a sacudirlo con tanta fuerza que la bruja salió disparada por la ventana.
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Narrador: Cuando amaneció, el rey pasó por allí de nuevo para comprobar que todo estaba en orden. Se encontró a Juan sin miedo tomado un cuenco de leche y un pedazo de pan duro relajadamente frente a la ventana.
Rey: Eres un joven valiente y decidido. Hoy será la tercera noche. Ya veremos si eres capaz de aguantarla.
Juan: Descuide, majestad ¡Ya sabe usted que yo no le temo a nada!
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Narrador: Tras otro día en el castillo bastante aburrido para Juan sin miedo, llegó la noche. Hizo como de costumbre una hoguera para calentarse y se tumbó a descansar. No había pasado demasiado tiempo cuando una ráfaga de aire caliente le despertó. Abrió los ojos y frente a él vio un temible dragón que lanzaba llamaradas por su enorme boca. Juan sin miedo se levantó y le lanzó una silla a la cabeza. El dragón aulló de forma lastimera y salió corriendo por donde había venido.
Juan:¡Qué pesadas estas criaturas de la noche! – No me dejan dormir en paz, con lo cansado que estoy.
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Narrador: Pasados los tres días con sus tres noches, el rey fue a comprobar que Juan seguía sano y salvo en el castillo. Cuando le vio tan tranquilo y sin un solo rasguño, le invitó a su palacio y le presentó a su preciosa hija. Esmeralda, cuando le vio, alabó su valentía y aceptó casarse con él. Juan se sintió feliz, aunque en el fondo, estaba un poco decepcionado.
Juan: Majestad, le agradezco la oportunidad que me ha dado y sé que seré muy feliz con su hija, pero no he conseguido sentir ni pizca de miedo.
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Narrador: Una semana después, Juan y Esmeralda se casaron. La princesa sabía que su marido seguía con el anhelo de llegar a sentir miedo, así que una mañana, mientras dormía, derramó una jarra de agua helada sobre su cabeza. Juan pegó un alarido y se llevó un enorme susto.
Esmeralda: Por fin conoces el miedo, querido! – dijo ella riendo a carcajadas.
Juan:¡Me he asustado de verdad! ¡Al fin he sentido el miedo! ¡Ja ja ja! Pero no digas nada a nadie…. ¡Será nuestro secreto!
Esmeralda: Por fin conoces el miedo, querido! – dijo ella riendo a carcajadas.
Juan:¡Me he asustado de verdad! ¡Al fin he sentido el miedo! ¡Ja ja ja! Pero no digas nada a nadie…. ¡Será nuestro secreto!
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